Audrey acepta ir a una cita a ciegas ¡literalmente! Ni se imagina lo que le espera. Le vendan los ojos y la llevan a una habitación. Ahà se encuentra con un hombre que también está vendado. Sin poder verse, comienzan a conocerse y a explorarse con las manos. La quÃmica entre ellos es innegable, y terminan compartiendo un beso apasionadoÂ… y algo más. Audrey queda completamente fascinada. Pero el misterioso desconocido parece haber tenido suficiente de ella, porque en lugar de revelar su identidad, decide marcharse. Como si eso no fuera lo suficientemente malo, poco después se encuentra cara a cara con su nuevo jefe, el atractivo Alexander. Y su voz le resulta peligrosamente familiarÂ… Una historia de amor con escenas ardientes y final feliz.